domingo, 2 de diciembre de 2012

La musica nacionalista


En la segunda mitad del siglo XIX se da un fenómeno nuevo en el panorama musical europeo consistente en la incorporación de generaciones musicales pertenecientes a países que hasta entonces habían estado generalmente al margen de la evolución musical, no tanto porque no se haya cultivado en ellos la música como por haberla importado en detrimento de la producción propia. Se trata de países que habían vivido bajo el imperio de la música italiana, como por ejemplo España, o bajo la influencia globalizadora de Francia, como por ejemplo Rusia.
Son habitualmente naciones de la periferia de Europa, lugares en los que empiezan a triunfar las ideas nacionalistas que llevarán a lo largo de esta época al intento de sacudirse la dominación de otros países, singularmente del imperio austríaco, o de afirmar la voluntad popular frente a regímenes de supervivencia medieval, como es el caso de la Rusia zarista.

Las razones básicas de estos movimientos musicales de carácter nacionalista habrá que buscarlas en lo puramente artístico dentro de la ideología que el Romanticismo había formulado, de modo que el nacionalismo no será sino un caso particular del Romanticismo aplicado a determinados países. Realmente el Romanticismo había prestado atención a las leyendas populares, al folclore e incluso a la melodía de carácter popular; y si esto se había producido en los países que llevaban el liderazgo musical, nada se oponía a que esta ideología fuera practicada con más fuerza en países donde, además, podía constituirse en un fiel reflejo de aspiraciones políticas de tipo nacionalista. Es por esto por lo que en algunas naciones con afán nacionalista se utilizó la música como caldo de cultivo para pasar a manifestaciones propias más pragmáticas que las meramente musicales y artísticas y también, en otros sitios se dio la situación contraria, se utilizó la base social ya de carácter nacionalista para potenciar la expresión artística y, concretamente, la musical.

La música nacionalista consigue hacer todavía más rico, si cabe, el considerado históricamente período romántico. La verdad es que, si consideramos al Romanticismo como la manifestación musical de tres períodos que llamábamos primer Romanticismo (primera mitad del siglo XIX), segundo Romanticismo, que abarca hasta la década de los setenta, y Posromanticismo, Neorromanticismo o Belle Époque como algunos prefieren llamar al período que concluye con la I Guerra Mundial, tampoco habría razones históricas o artísticas para no incluir de forma paralela al Nacionalismo musical como una corriente que, aún siendo esencialmente romántica, también tiene notables diferencias con los otros movimientos.



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